El mundo no se para y su reloj tampoco. El tren de borrascas de las últimas semanas precipitó un desplome completo de los precios energéticos, gracias a la mayor entrada en el sistema de las tecnologías renovables, con especial protagonismo de viento y agua en Galicia. La implantación de nuevos parques eólicos es determinante de cara a lograr facturas moderadas, en vez de disparadas, para la industria; y aceptables para los usuarios domésticos. Mal que bien los promotores eólicos van firmando contratos a precio tasado y a largo plazo con las empresas, algo que garantiza su viabilidad. Pero aún son testimoniales estos acuerdos, ya que la incertidumbre jurídica en la que estamos inmersos impide avanzar en la construcción de los nuevos proyectos de aerogeneradores. Solo se han instalado en los últimos cinco años 510 megawatios de potencia, de los que únicamente 28 corresponden al año pasado. Estamos parados desde hace tiempo.
La Agenda Energética de Galicia proyecta para 2030 que el 84,8 % de la generación eléctrica sea renovable, cuando hoy estamos solo en un 65 aproximadamente. Entre tanto, la actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima proyecta el 81 %, hoy solo en el 74, también para el final de este decenio; así como una reducción de la dependencia energética de hasta el 51 %. Este es otro caballo de batalla, ya que nuestra dependencia energética sigue siendo brutal. Por su parte, Europa, ha marcado como objetivo en 2030 que el consumo de energía procedente de fuentes limpias llegue al 32 %. Los efectos catastróficos como consecuencia del cambio climático afectan a la salud de las personas, la biodiversidad y la economía. Y seguimos frenando o deteniendo la lucha contra esta urgencia cada vez más acentuada.
La energía eólica –limpia, autóctona y reversible– proporciona excelentes resultados en este combate. El año pasado evitamos, en Galicia, la emisión de más de cinco millones de toneladas de dióxido de carbono, cuyo valor de mercado era de 365 millones de euros. Igualmente contribuye de forma decisiva a mitigar la dependencia energética, evitando el año pasado la importación de 1,8 millones de toneladas equivalentes de petróleo por un valor superior a los mil millones de euros. Entre tanto, seguimos poniendo palos en las ruedas del viento gallego, un recurso de extraordinaria calidad en nuestra tierra para la generación de energía verde. Y nuestra inflación que no baja del diez por ciento, ni bajará. La energía es igual a las cosas de comer.
Manuel Pazo
Presidente de la Asociación Eólica de Galicia