El sector eólico será determinante en el mantenimiento y desarrollo industrial. La principal fuente renovable de Galicia, el viento, afronta un año decisivo en la construcción de nuevos parques, ya que la nueva energía suministrará en buena medida electricidad limpia a grandes proyectos vinculados a los fondos Next Generation, como Showa Denko o Altri; y, por supuesto, a empresas electrointensivas, caso de Alcoa, que necesitan energía barata para su supervivencia.
Por otra parte, esta misma semana hemos vuelto a pedirle al Gobierno de España que amplíe el plazo de tramitación de los proyectos con Declaración de Impacto Ambiental (DIA) favorable. Nuestra demanda, más que razonable y ajustada a derecho, es que tanto la autorización administrativa como el permiso de construcción se puedan presentar juntos en el plazo de seis meses, y no en tres y seis meses sucesivamente.
Además, apenas se ha instalado nueva potencia eólica en los últimos tres años en Galicia, así que ha llegado el momento de avanzar a mayor ritmo y facilitar las tramitaciones de los proyectos, una vez que ya disponen de la correspondiente licencia ambiental. Estos días cerca de cuarenta entidades agrupadas en la plataforma Vientos de Futuro –un movimiento cívico y colaborativo– han pedido al Ministerio de Transición Ecológica acelerar los proyectos de energía eólica en España.
Por cierto, ha salido un buen número de DIAs favorables, pero también las hay negativas y condicionadas a que el proyecto resuelva alguna circunstancia. Esto quiere decir que no todo vale, como ya sabemos y hemos dicho públicamente siempre desde EGA. La exigente tramitación ambiental, urbanística y administrativa es una garantía para la sociedad.
La invasión de Ucrania se va a prolongar, según dicen, y todas las negativas consecuencias de carácter energético y económico, también. La UE y España están intentando minorar dichas secuelas, de ahí que hayan demandado acelerar el ritmo de descarbonización de la economía y la perentoria implantación de fuentes renovables.
Traerán, a partir del viento, una energía propia, limpia y renovable, que contribuye a reducir notablemente el precio de la luz y nuestra dependencia energética, que además es una servidumbre de los combustibles fósiles. De hecho, en enero, las renovables bajaron un 65% el precio del mercado español.