El gas ruso y la invasión de Putin. El precio de la energía y, particularmente, de la electricidad. La desbocada inflación española. Y la cuarentena climática, porque ya no es emergencia. Estamos confinados en un mundo que corre hacia la autodestrucción. El reciente informe del panel de expertos de la ONU es contundente: las nocivas emisiones de CO2 deben caer un 43% antes de 2030. ¡Y no vamos bien! Es una realidad científica, objetiva e independiente. Y aquí, en Galicia, frenamos las energías renovables y su desarrollo conciliador con la tierra y el mar.
El coste de las materias primas sube y sube, entre otras razones por los elevados precios de la electricidad y de los combustibles para transportarlas. La factura de la luz, insoportable, sigue provocando paros y retrocesos significativos –cuando no, cierres– en todo tipo de empresas, grandes y pequeñas. Ya no digamos lo que están sufriendo los consumidores domésticos, llevando la pobreza energética a multitud de hogares, que unida al coste de la vida acarrea que las familias no lleguen a fin de mes.
El tejido industrial existente hay que mantenerlo como sea; pero, ojo, no se sostiene solo o por inercia. Cada día debe competir en un entorno extraordinariamente hostil debido a la crisis que padecemos, derivada de una coyuntura muy complicada que se retroalimenta: costes de equipamiento, proveedores y personal; ventas y consumos a la baja; cartera de pedidos en descenso; resultados empresariales en caída… En este caso, no hablamos de nuevas industrias, sino de mantener las que tenemos. ¡Se verá! Porque el coste de la energía ha pasado del 8 al 25 por ciento. El desmesurado importe de la electricidad, oscilando entre los 200 y 300 € MW/h, no tiene nada que ver con la comercialización de la energía eólica. Si toda la demanda horaria de electricidad se cubriese con eólica, su precio en el sistema eléctrico español no rebasaría los 30 o 35 € MW/h.
Finalmente, los fondos Next Generation de la UE, vinculados al desarrollo digital y sostenible, deberían ayudarnos con los nuevos proyectos fabriles. Pero, en la cuestión ambiental, están vinculados a su vez a suministros de energía y electricidad procedente de fuentes renovables de nueva creación. En consecuencia, mayor desarrollo eólico es la única solución a las crisis que se superponen en Galicia, que sigue importando el 75% de energía primaria procedente de combustibles fósiles. Y ya llegamos tarde.
Manel Pazo
Presidente EGA
08.04.22