La pandemia del COVID-19 ha cambiado el mundo y nuestra forma de estar en él. Hemos visto el peor y más cruel rostro de la globalización. Una de sus relevantes consecuencias, tanto en el ámbito sanitario como económico, ha sido la exagerada dependencia de terceros países, particularmente de lugares tan alejados como China. Queda claro, por tanto, que se impone una vuelta urgente a lo local, algo que ya se recomendaba a fin de hacer un mundo más sostenible y, en definitiva, viable. Y en este supuesto las fuentes de energía tienen mucho que decir en el nuevo contexto de la humanidad. Desde la Asociación Eólica de Galicia venimos insistiendo en la oportunidad que tiene Galicia de liderar la Transición Energética por su capacidad de generación renovable. Casi el noventa por ciento de la demanda eléctrica en 2019 procedía de fuentes limpias: la hidráulica y la eólica. Y solo el viento aportó el cuarenta y siete por ciento, estableciendo un nuevo récord.
Hace más de veinte años, los promotores eólicos sembramos una nueva riqueza en el medio rural gallego, desarrollando nuevas economías locales con buenos rendimientos. Hoy, de alguna forma, volvemos a estar en el punto de partida, pero con una urgencia mayor, la de volver a la tierra y sus frutos, en aras de tejer un territorio más consistente y autárquico, aquel que no tiene dependencia exterior, porque puede producir aquello que necesita. Y la generación de energía a partir de fuentes renovables o inagotables (viento, agua y sol), que no producen emisiones contaminantes, están en la base del cambio que se avecina. La tecnología eólica, particularmente, está llamada a jugar un papel muy relevante en Galicia y España. Si apostamos decididamente por ella, en pocos años nuestra dependencia energética tenderá a ser nula. Es lo que exige este mundo.
Manuel Pazo Paniagua
Presidente de la Asociación Eólica de Galicia (EGA)
22.04.20